miércoles, 20 de marzo de 2013
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Jacqueline Vidal, una obra brillante

miércoles, marzo 20, 2013

Cuando ingreso al teatro, puedo escuchar al fondo los sonidos armoniosos de una Marimba, dos personas se encuentran tocando el instrumento, un joven alto de pelo abundante y una mujer delgada, pequeña y de cabellera completamente blanca, es Jacqueline Vidal, directora del Teatro Experimental de Cali, TEC, fundado en el año 1955 por su esposo Enrique Buenaventura, el pasado 08 de marzo se le dio un reconocimiento por parte de la Secretaría de Cultura y Turismo de Cali a su labor como directora del TEC y del Centro de Investigación Teatral Enrique Buenaventura, Citeb, pero ante todo por ser mujer y por su importante desempeño en la parte cultural de la ciudad de Cali.

Informe especial por: Miguel Ángel Espinosa (Secretaría de Cultura y Turismo de Cali)




Jacquelin Vidal es reconocida entre los círculos culturales de Santiago de Cali por su amor al teatro, su mirada tan profunda refleja una infinita sabiduría y pasión por lo que amó desde su infancia. A los nueve años dirigió en su escuela su primera obra de la que sólo recuerda una escena en la que los enamorados se sentaban sobre la luna y se contemplaban “Era un colegio para señoritas y como yo era la más grande del grupo me tocó hacer el papel de hombre”, recuerda Jacqueline entre risas. Siempre fue una enamorada del teatro aunque en su casa, en su natal Marsella, Francia  no lo aceptaran, ya que las artes escénicas no generaban muchos ingresos.

“Para mis padres era imposible pensar que el teatro fuera una forma de ganarse la vida decentemente, pero a mí no me importó, el teatro era lo que yo quería y así iba a ser”, dice Jacqueline Vidal mientras aspira el humo del cigarrillo. A los 14 años de edad inició sus estudios en literatura y español, donde alcanzó a manejar el idioma sin ninguna dificultad.

De esos estudios recuerda con cariño a un profesor guatemalteco que siempre le hablaba de América Latina y su literatura, fue en ese entonces que Jacqueline se enamoró por completo de esas tierras tan lejanas para ella en aquel entonces.

Durante esos días en los que conocía de literatura contemporánea y abría su mente a nuevas ideas nacidas en otro continente, Jacquelin Vidal tuvo la oportunidad de conocer al maestro Enrique Buenaventura, que había llegado a la capital francesa como invitado por el Teatro Nacional de París para presentar una de sus obras. El caleño la cautivó desde el primer momento no sólo por ser un hombre inteligente y de gran pasión por la literatura y el teatro, sino también por conocer de un poeta que a Jacqueline también le llamaba la atención.

“Cuando Enrique tuvo que volver a Colombia, me dijo que en cuanto tuviera el dinero suficiente para mi pasaje me lo enviaría para que yo me fuera a vivir en Cali con él”, recuerda la señora Jacqueline. Se toma la cabeza y cierra sus ojos como buscando la imagen de ese recuerdo lejano que vale la pena nunca olvidar.

Precisamente así se dieron las cosas y para el año 1961, Jacqueline ya estaba en Cali al lado del hombre que amaba y juntos haciendo lo que los apasionaba. Fue duro empezar desde cero con las adecuaciones del Teatro Experimental de Cali, TEC, era un trabajo de los dos y tan sólo 10 meses después de su llegada, Jacqueline ya estaba embarazada de Nicolás, su primer hijo. “Cuando nació Nicolás me tocó ponerme a trabajar como maestra de francés y de literatura, porque el teatro no ayudaba mucho para la crianza de un hijo, pero fueron solamente dos años, después volví al teatro y ya con Nicolás más grande podía traerlo acá y él nos ayudaba…”, menciona Jacqueline Vidal al mismo tiempo que recuerda que sus primeros meses en Cali ella parecía muda, porque aunque entendía el idioma le era difícil entender la jerga vallecaucana por lo cual prefería guardar silencio. Jacqueline estaba feliz, el teatro en Colombia tuvo una nueva cara gracias a su esposo Enrique. Viajaban por Colombia dictando talleres y ofreciendo muestra de su talento para el teatro, Jacqueline recuerda a Enrique como un ser maravilloso que le inculcaba a sus estudiantes la importancia del arte. El maestro Enrique Buenaventura fue un hito en Colombia en cuanto a lo cultural, era un apasionado que supo transmitir a los demás su amor por el teatro, la poesía y el arte.


Muerte del maestro, inicio de su dirección
El 31 de diciembre del año 2003 fallece el maestro Enrique Buenaventura, lo cual afecta profundamente a Jaqueline, dejándola sola y con las miradas puestas sobre ella para que dirigiera el TEC “A mí me dolió mucho la muerte de Enrique, yo no quería dirigir el TEC porque hasta entonces el encargado había sido él y no me sentía capaz…me aterraba la idea, me decidí a no dejar morir el teatro cuatro años después de la muerte de Enrique” menciona Jacqueline evocando una sonrisa un poco nostálgica al recordar a su fallecido esposo.

Para la directora del TEC el teatro es como un rayo de luz que ilumina los sentidos, es capaz de levantar el velo que llevamos puesto para permitirnos apreciar la belleza, el amor, la alegría y todos los demás sentimientos que produce el teatro “El teatro debería tener más apoyo, los reconocimientos son buenos, lo llenan a uno de satisfacción por el trabajo bien hecho, pero eso del apoyo deberían convertirlo en acciones porque esto es duro de mantener, y los recursos por lo regular siempre llegan tarde, cuando ya estamos al borde del abismo”, comenta Jacqueline un poco seria mientras enciende otro cigarrillo.


Centro de investigación teatral Enrique Buenaventura (Citeb)
Después de la muerte del maestro Buenaventura encontraron que al interior de su casa reposaban más de 3000 manuscritos entre los cuales se encontraban poemas, cuentos, obras de teatro, aforismos y más de 300 obras pictóricas (dibujos y pinturas), es entonces cuando el archivo general de la nación solicita a Jacqueline ordenar todas las obras del maestro para que no se pierdan en el olvido, que de lo contrario nadie conocería la vida y obra de su difunto esposo.

“Fue en el 2004 que se decide crear el Citeb, para preservar la obra de Enrique y así poder tenerla en el archivo de la nación, donde todos pudieran apreciarla. De parte de la Secretaría de Cultura y Turismo de Cali recibimos el apoyo total, sólo que la Empresa Municipal de Renovación Urbana, Emru, nunca ejecutó la obra”, son las palabras de Jacqueline respecto a lo ocurrido con el Citeb.

Mientras van llegando los estudiantes del TEC puedo notar que se están dedicando ellos mismos a terminar el Citeb, encargándose de terminar lo que el Emru no pudo, o quizás no quiso, terminar.

Por ahora a la directora del TEC, Jacqueline Vidal se le ve muy feliz con lo que construyó su esposo y que ella a mantenido a flote desde su partida, nada la afecta, a pesar de la falta de apoyo por parte de la alcaldía se muestra optimista con el futuro del teatro en la ciudad, a pesar de los contratiempos y la falta de credibilidad que se tiene con la cultura “estos muchachos están trabajando hace dos años por su propia cuenta, ya debería la Secretaría fijarse en lo que realmente hace falta y darnos esa ayuda que tanto necesitamos aquí en el TEC”.

Justo antes de retirarme noto la alegría que desborda el corazón de Jacqueline, el amor que siente por sus estudiantes y que ellos le demuestran con el trabajo que realizan en pro del Citeb, después de entrevistarme con la señora Jacqueline Vidal puedo darme cuenta de cuan cierto es el viejo refrán que reza: “Todo gran hombre siempre está acompañado de una gran mujer.



 
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